(DIÁLOGO)
-Pues sucede que mi suegra, que es una suegra de mérito (y más mala que Torquito toreando un veragüeño) siempre me está dando coba para que la lleve al ruedo y pidiéndome, con ansias, que la abone un día de estos a las corridas...
-Atiza! ¡Sí que el capricho es pequeño!...
-Ella, en vida del difunto de su esposo, Doroteo, estaba abonada al «siete», pero murió el interfecto y desde entonces, sin duda, nota la falta de cuernos, y me da cada tabarra los domingos, que yo entiendo...
-Las hay que son desigentes...
-Ese no es el epitéto. Las hay muy desaprensivas, y muy pelmazas, pidiendo... Que «llévame ver al Papa»... Que «hoy torea el Trianero»... Que «yo quiero ver al indio»:… ¡Camará!... ¡Qué mosconeo!... Para qué más indio que ella, que me está amargando el genio con el suyo...
-¡Bueno! Eso pensé yo al principio, pero, después, el cerebro me sugirió otra combina mucho mejor...
-Y ¿qué has hecho?...
-Pues tomarla una barrera del «dos», junto a un burladero, y esperar... De fijo un día a la hora del descabello, mientras ella está embobada, - salta el estoque, y...
-Comprendo. ¡Gachó, pues no eres tú nadie meditando...!
-¡Si que es cierto!... Yo ya conozco de sobra que la idea que te cuento es algo «descabellada», pero, chico, no hay remedio, o me la matan al hilo de las tablas, o yo tengo que entrarla a matar en casa, y entrar, luego, en «La Modelo»...
¡Es mucha madre, la madre de mi conyugüe Remedios!...
Conque, ¿qué tal he quedado con mi idea?...
-Mira, Ugénio. No tan bien como Angelete, pero mejor que el Supremo.
Por ambos,
LUIS DE TAPIA.
Fuente: Revista Toros y Toreros de junio de 1916
Las fotografías que vienen a continuación, fueron tomadas en la Plaza de Toros de Hellín, allá por los años 60, antes de que esta fuera restaurada. El carrete, o más bien trozo de carrete, solamente contiene 9 instantáneas, y de ellas una está totalmente inservible, por lo que nos quedamos con tan solo 8. El papelito que lo envolvía rezaba así: "Soriano". Pocos datos para poder buscar información.
Con todo, y como siempre, aquí van las fotos para que el buen aficionado que les encuentre algún valor, las disfrute. Yo por mi parte disfruto mostrándolas.
La afición taurina se lleva en la sangre. Quizás por ello quien la posee, pronto empieza a demostrarla, bien acudiendo a ver el arte de la tauromaquia con familia o amigos, bien jugando en medio de la calle con un trapo rojo e imaginando el Toro, o bien, cuando alcanzan cierta edad y no se pueden quitar por un momento la torería que encima llevan, haciendo la luna de manera furtiva, poniendo en riesgo su vida. Hasta la semana que viene.
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